Huevos Florentine

Preparación:

• Hervir las espinacas en agua con sal. Escurrirlas presionando para que suelten el agua
• Preparar la salsa Mornay
• Poner a hervir 1l. de agua
• Ir precalentando el horno a 240º
• Cuando hierva el agua, hacer los huevos poché como hemos descrito y dejar cocer 3 min. cuidando de que el agua no hierva a borbotones
• Retirar los huevos e introducirlos en un recipiente con agua fría
• En una sartén saltear las espinacas en la mantequilla
• Untar con mantquilla la fuente Pyrex y poner las espinacas y sobre ellas los huevos. Previamente secamos los huevos y recortamos los filamentos de clara
• Cubrimos con la salsa Mornay e introducimos la fuente en el horno precalentado y gratinamos
• Acompañar con una copa de vino tinto

 

Los huevos Florentine es uno de los platos usuales en el típico «brunch» inglés. El desayuno del domingo es sustituido por un desayuno-comida que a los españoles nos resulta atrayente, quizás porque nos gusta vivir costumbres diferentes cuando salimos de nuestra madre patria, quizás porque permite quedarse en la cama hasta más tarde y que nos den la comida hecha.

Es también una excusa para congregar a media mañana a los amigos, como lo haríamos en España con nuestro aperitivo. La ventaja del brunch es el no tener que ir luego a casa a terminar de comer. Así, si el tiempo lo permite, luego van a pasear por  cualquiera de los inmensos jardines de Londres, que hay donde elegir: Hyde Park, Regent´s Park, St. Jame´s Park, Holland Park…  o de compras, mientras llega la hora del té.

Eso sí, las tapas tampoco se olvidan en Londres. Donde estén nuestra tortilla, las croquetas, el jamón!…Así cuando llega la nostalgia  o se quiere quedar bien con un cliente o amigo, español o no,  la visita a Cambio de tercio o cualquier otro de los que aparecen aquí es lo más socorrido.

Y  para comer churros, hay una churrería española en Bayswater que descubrimos porque la primera casa en que vivió Paloma ¡estaba a una manzana!

En fin, que hay que saber disfrutar de lo bueno de cada país, ¡que la vida son dos días!